Un nuevo foco de Lengua Azul en Tarifa pone en jaque la temporada

Los Servicios Veterinarios Oficiales de Andalucía han detectado un foco de lengua azul en una explotación del municipio de Tarifa (Cádiz), según ha informado el Ministerio de Agricultura. La aparición del mismo amenaza con poner en jaque el tramo final de la temporada, pues aunque no se conocen las medidas que aplicará el organismo regulador, el alto número de vacadas existentes en la zona, más de 100, condicionará su resultado.

El consejero andaluz de Agricultura, Isaías Pérez Saldaña, ha anunciado ya que la Junta de Andalucía controlará todos los movimientos de ganado en 150 kilómetros en torno a la explotación de la zona tarifeña afectada, de forma que los animales deberán llevar certificado médico y viajar en transporte sanitario. Estas medidas han sido propuestas hoy a la Comisión Interautonómica de Control de Epidemiologías.

Así, en un radio de 150 kilómetros en torno a la explotación afectada, no se permitirá la movilización de animales salvo en ciertas condiciones. Si van "a vida" (a alimentación a otras zonas) deberán llevar un documento que demuestre que están libres del virus. Si van "a muerte" (las reses destinadas a su lidia) deberán hacerlo en transporte con saneamiento.

En el caso de los novillos, añadió, deberán cumplir el requisito de que todo el que salga debe ir a una plaza a morir y no estará permitido el indulto. Además, en un radio de 20 kilómetros en torno a la finca de Tarifa se están analizando todas las explotaciones ganaderas existentes.

Sin embargo, las perspectivas no son buenas. Según asegura el propio consejero en rueda de prensa "se van a tomar todas las medidas para que no se extienda el foco", aunque advierte que "es muy probable que así sea, porque los mosquitos, portadores de la enfermedad vuelan y se trasladan de un territorio a otro", concluye.

El otro organismo competente, el Ministerio de Agricultura, está preparando ya el borrador de una orden que incluye las medidas para regular los movimientos de animales en un radio de vigilancia de 150 kilómetros, que será presentado hoy ante el Comité Nacional del Sistema de Alerta Sanitaria Veterinaria.

La situación es extremadamente grave en el caso del ganado bravo. La zona afectada, conocida como 'mediodía' es la que mayor concentración de vacadas tiene, superando ampliamente el centenar. Entre ellas se encuentran las explotaciones de Fuente Ymbro, Torrestrella, Cebada Gago, Torrealta, Marqués de Domecq, Núñez del Cuvillo, Fermín Bohórquez, Carlos Núñez, Santiago Domecq, Martelilla, Gavira, El Torero o Lagunajanda. Además, el radio de seguridad, establecido en 150 kilómetros, afectaría a numerosas ganaderías de Sevilla y Huelva.

En anteriores focos detectados, las medidas que afectaron al ganado de lidia fueron la posibilidad de que las reses viajasen hasta zona restringida, pero todas debían morir en la plaza (sin posibilidad de que los sobreros volviesen a su finca de origen ni de indultos) y el ganado de la zona restringida sólo podrá moverse por el territorio determinado como tal.

La toreria segun Vicente Zabala de la Serna

"La torería, esa esencia tan imposible de definir, tan fácil de distinguir y tan difícil de ver. Torería: gallardía, elegancia, naturalidad, gesto, caballerosidad. ¿Torería? ¿Y si la encuadramos por actitudes exentas de ella? ¿Qué no es torería?:

-Torería no es hacer el paseíllo sin liarse el capote de paseo.
-Torería no es la muleta blanca y la camisa negra.
-Torería no es pegarle patadas al capote.
-Torería no es limpiarse las manos de sangre en el culo de la taleguilla.
-Torería no es golpear al toro con un manotazo en la culata.
-Torería no es desprenderse de la montera al romper el desfile como si molestase.
-Torería no es calentar en el callejón como un futbolista que calienta en la banda.
-Torería no es simular pares de banderillas en el mismo.
-Torería no es sonarse con la mano.
-Torería no es un vestido de luces como un pijama, sin oro aparentando ser oro.
-Torería no es envolverse en un mantón de manila en una vuelta al ruedo.
-Torería no es escupir desde la barrera por delante de un compañero.
-Torería no es agarrarse al peto de un caballo para acompañarlo hasta el portón de cuadrillas tras el tercio de varas.
-Torería no es simular verónicas delante de tu matador cuando va a salir el toro: porque el que las da luego es él, no tú.
-Torería no es estar descolocado en la plaza, ausente de la lidia.
-Torería no es desentenderse de la faena de un compañero, de cháchara o saludos entrebarreras (menos siendo director de lidia).
-Torería no es bajar en mitad del ruedo a los picadores de un torero herido pasa subir los tuyos porque te toca apechar con la cuestión.
-Torería no es cambiar una corrida a unos compañeros el día antes.
-Torería no son esos rótulos de autopropaganda en las furgonetas de cuadrillas.
-Torería no es desabrocharse el chaleco.
-Torería no es usar los fajines elásticos simulados.
-Torería no es un tipo de zapatillas más confortables y cerradas que no es el clásico, porque acabaremos aceptando unas Air Jordan.
-Torería es no aparecer a la hora de la corrida porque se da por hecho que se suspende por lluvia y que el presidente te mande un coche de la policía local a por ti.
-Torería no es que un toro devuelto no entre en los corrales y te desentiendas siendo tuyo- cuando reiteradamente no obedece a los cabestros (tampoco es profesionalidad).
-Torería no es darse azotitos en las nalgas con los banderilleros.
-Torería no es celebrar que el toro cae muerto como quien marca un gol.
-Torería no es salir y entrar de la cara del toro como se entra y se sale de una cafetería.
-Torería no es desanudarse el corbatín porque hace calor.
-Torería no es quedarse a la derecha del caballo de picar.
-Torería no es correr para brindar un toro al público.
-Torería no es tirarle la montera al picador para que levante la vara.
-Torería no es colocarse el paquete como un camionero a la luz de todas las miradas.
-Torería no es usar varillas en los capotes (si las hubiere).
-Torería no es meter un toro sin reseñar no sorteado y engañar al público (o pretenderlo).
-Torería no es evitar sortear por la fuerza de ser figura.
-Torería no es andar engorilado por la plaza, como un pistolero.

-Torería es lindeza, majeza, fragilidad, señorío, sentimiento. Torería es Morante en San Sebastián, lo más torero de las últimas semanas. En el arte y en el desastre, torero.

Gran mano a mano en Avila en el que sale triunfador El Juli.

Ávila era una Fiesta. Una ciudad viva movida al son del toreo. De la Fiesta. Había mucho más que seis toros y dos toreros en la corrida de hoy. Se batían en duelo dos máxima figuras del toreo. Los dos figurones máximos del cambio de siglo. De finales del XX y de principios del XXI. Mucha tela que cortar. Un duelo con todas las de la ley. De caballeros. Pero duelo.

A la Fiesta no quiso unirse la corridita de Zalduendo. Todo fue mérito de los toreros. Un encierro bajo de raza, casta y emoción, que tuvo su punto álgido en dos toros nobles –cuarto y sexto- lidiados magistralmente por El Juli. Los lució y entendió a la perfección Julián. Fueron toros afortunados en el sorteo.

El duelo entre José Tomás y Juli se decantó claramente a favor de Julián. No porque saliese a hombros, no porque cortase más número de orejas, sino porque de sus manos brotaron los mejores muletazos de la tarde. Largos, hondos, profundos, encajada la figura, arrastrando la muleta a más no poder, abriendo el compás. Pocas veces se habrá visto a Juli tan roto, tan profundo, tan torero.

Los dos toreros acudieron a la cita motivados como nunca. José Tomás se echó el capote a la espalda en el primero, y en la tercera gaonera se lo echó a los lomos. Influyó el viento y que el de Galapagar pisó terreno comprometido y no rectificó. Y con la cara ensangrentada y un ligero puntazo en el muslo, volvió a la cara, como si nada, y remató el quite. Tarjeta de presentación de uno que no venía a pasar la tarde.

Durante la faena de muleta molestó mucho el viento. No dejó a José Tomás manejar a gusto los vuelos de la muleta, lo que unido a cierta brusquedad del toro, al que le faltaba un último tranco y protestaba, hicieron que la faena no tuviese continuidad. Pero sí rotundidad. Toda en varios muletazos, fundamentalmente una serie de naturales a cámara lenta, echando la muleta, dejándose venir al toro y, justo en el embroque, echando el freno y templando como pocos. Eso es el toreo. Eso es templar. Eso puso la plaza en pie.

Hubo más cosas en esa faena, la actuación en la que más pudo gustarse José Tomás. El toro no tenía continuidad y no permitió al madrileño ligar los muletazos. Lo intentó, en otra serie al natural y en las que llegaron a pies juntos, con el torero quieto, sin rectificar un palmo. Ligó dos muletazos que pusieron la plaza en pie. El cierre por bajo fue de categoría, como también fue el inicio de la misma forma. Pero pinchó y el triunfo quedó en una ovación fortísima.

El resto de su lote apenas tuvo opción. El tercero fue toro que intentó rajarse desde el principio. José Tomás lo sujetó en los medios. Había iniciado la faena con estatuarios y como una estatua, sin forzar, desarrolló la faena. Muy por encima de las nulas condiciones del manso. Con mucho temple, ligó una serie de naturales en un palmo de terreno. Dejando la muleta puesta y tirando del toro. Al final, con el Zalduendo rajado, la faena fue de valor. Puro y duro. Exposición, entrega y tesón. Así consiguió exprimir más del límite al toro. La estocada, sin puntilla, valió la oreja. Pidieron las dos.

El quinto rompió la tarde. El presidente, duda uno si aficionado, devolvió al toro con mejor son de la corrida por doblar las manos. No dejó ver si el toro respondía o se derrengaba, y entre cabestros y demás pasó media hora. Lo peor es que el sobrero fue infumable. Lo peor. Chico y malo. Flojo y descastado. Un mulón. José Tomás lo intentó por activa, pasiva y perifrástica. Era imposible. Muy por encima, dando el pecho y valiente, no había donde rascar.

Así las cosas, El Juli se alzó como máximo protagonista de la tarde. Gran actuación de Julián, que también salió a por todas y motivado. Así se sostienen los mano a mano. Al segundo lo lanceó despacio y quitó por tafalleras, dejándoselo llegar. Pero llegó el repertorio con la muleta. El toro, flojo y bajo de raza, quedó imantado por la muleta de Julián. Se la echaba, la llevaba con mimo, se la volvía a dejar en el morro y volvían a repetirse los muletazos. Hubo una serie, en redondo, con mano baja, que fue sólo el preludio de lo que llegaría después.

La gran faena llegó con el cuarto. El mejor toro. Pero también manseó en los primeros tercios. Sin embargo Juli puso la cabeza a funcionar, se lo sacó a los medios y allí lo sujetó. Con temple y técnica. La faena fue creciendo a pasos agigantados. De forma inmensa. Juli encajó los riñones, se espatarró y bajó la mano a más no poder. Media muleta arrastrando por el suelo. No se puede torear más bajo. Y más ligado. Y más profundo. Hubo series de cinco y seis muletazos ligados. Después llegaron cuatro a cámara lenta, tres larguísimos, dos pases de pecho ligados y un final por bajo de cartel. Profundidad, rotundidad y maestría. Gran faena de Julián, que sin embargo terminó pinchando y fallando con el descabello.

El sexto fue otro toro bueno. Mejor pareció en manos de Juli, que lo templó en los medios. Se gustó al natural el madrileño, que fue a más, sobre todo al natural, a cámara lenta. Tirando siempre de la embestida, los muletazos ligados fueron fluyendo despacito, despacito. Con el toro a menos, la faena fue a más y Julián ligó muletazos con remates, pases de pecho entre sí, dos circulares ligados como un único muletazo. Gran tarde de Juli. Pelea ganada. Victoria de la Fiesta y de lo que suponía la corrida de hoy.

Esplá, herido grave en pecho, cara y escroto en la corrida de Cèret

El matador de toros alicantino Luis Francisco Esplá ha resultado herido de gravedad en la plaza de toros de Cèret, en un festejo en el que el viento ha descubierto al torero, que ha sido corneado a forma espeluznante por un ejemplar complicado y con mucho peligro de Valverde.En el final de faena el torero fue descubierto por el aire y el ejemplar se coló, lanzando varias cornadas al matador alicantino, que ha tenido que ser evacuado en helicóptero al Hospital de Perpignan.

A medida que avanza la tarde, las noticias sobre el estado de salud del matador alicantino Luis Francisco Esplá son más favorables. Según asegura el entorno del matador, las constantes continúan vitales y los médicos han rebajado el pronóstico, muy grave en un principio, a grave.La decisión de los médicos se debe a que la cornada que más preocupaba en un principio, la del pecho, no ha perforado neumotórax, ni pulmón, por lo que, al no afectar órgano vitales, la preocupación por el estado de salud desciende.La cornada de la cara ha sido suturada con varios puntos y la del pecho ha sido operada de forma satistactoria. Actualmente, Esplá ha sido trasladado a otro centro hospitalario de Perpignán, ya que en el primero no había un urólogo de guardia, donde será intervenido de la cornada en el escroto, la más fuerte y extensa de las tres sufridas.Según el entorno del diestro, esta es la cornada que más molesta al torero, que ha perdido mucha sangre pero que no ha perdido la consciencia.

Rafael de Paula. Torero de Jerez

Manzanares, faenón y cornada en Alicante; Gran faena de El Juli

La ciudad de la Luz vivió todas las caras del toreo en el día más intenso de su feria taurina. El drama, el triunfo y el toreo de cante grande se dieron cita en el coso de la Plaza de España, que registró una gran entrada, consciente el público de que allí iba a pasar algo.Y vaya si pasó. En Alicante, en su casa, se vio al mejor Manzanares. Y al Juli magistral que está deslumbrando esta temporada. Si el pasado miércoles cuajó una grandísima faena, hoy la superó. Y se vieron dos toros importantes, de El Ventorrillo y García Jiménez, que terminaron desorejados. Hoy tenía que pasar algo, y vaya si pasó.José Mari Manzanares estuvo extraordinariamente bien con el toro que cerró plaza. Lo cuajó de cabo a rabo. Sublime el toreo del alicantino, desde los doblones por bajo de tanteo, con muletazos largos, encajados, con enorme temple y conjunción. Faena antológica del alicantino. Y van unas pocas. Sin embargo, el toro prendió a Manzanares en el epílogo de faena, pidiendo el torero que le practicaran un torniquete para acabar con el toro de una gran estocada. Cortó dos orejas con toda justicia, antes de ser operado de la grave cornada que llevaba.No dejó Manzanares de dar la cara con los anteriores de su lote. Al primero lo lanceó con gusto de capote. Al segundo, un toro muy difícil que no humillaba y siempre salía distraído, el alicantino cuajó otra faena importante. El secreto estuvo siempre en dejarle la muleta puesta, en taparle continuamente la salida, buscarle las vueltas y someterlo por bajo. Aunque al natural no terminó de cogerle el pulso, destacó sobremanera en redondo.El Juli dio una gran dimensión toda la tarde. En el primero, un toro con malas ideas, sin fijeza alguna, el madrileño se inventó una faena a un toro que no la tenía, tapándole defectos y aguantándole siempre. A su segundo le cortó una oreja tras una actuación completa, desde el saludo de capote y el quite por chicuelinas hasta la faena de muleta, en la que se pudo apreciar el temple y poso del madrileño. Un estoconazo tiró al toro sin puntilla y puso en sus manos una oreja de ley.Pero donde llegó la gran lección de Juli fue en el quinto. Toda su dimensión de figurón del toreo quedó patente en una faena inmensa, la más completa de la tarde, con series por ambas manos de profundo cadalo técnico. Fue una labor seria, compacta, con un guión claro. Ni una fisura. Perfección absoluta. La plaza se volcó unánime con el torero. Estaba disfrutando de la perfección del toreo. Sólo al alcance de unos pocos privilegiados.



Morante: ''Pido disculpas a todos, pero también comprensión''

Morante de la Puebla ha emitido un comunicado en el que asegura que corta la temporada "en un momento de confusión y desaliento", según indica el propio diestro. El torero de La Puebla quiere pedir "disculpas a mi afición y a las empresas que con su esfuerzo habían contado conmigo para sus plazas, pero también pido comprensión ante una decisión tan difícil para mí. Quiero dejar claro que mi postura ha sido meditada y obligada", confiesa el diestro.José Antonio asegura, a través del comunicado difundido por la agencia Toroscomunicación, que "siento mucho no poder explicar en estos momentos con absoluta claridad los sentimientos y motivos que me han obligado a tomar esta decisión".

Morante corta la temporada

El matador de toros sevillano José Antonio Morante de la Puebla ha decidido dejar de torear, de forma inmediata, y por un tiempo no definido. El diestro de La Puebla ha comunicado ayer la decisión a su reciente apoderado y administrador, José Miguel Carvajal, que ha sido quien ha comunicado la misma a la cuadrilla del torero.Según ha confirmado este medio, Morante de la Puebla ha perdido la ilusión por vestirse de luces. Sin embargo, desde el entorno del sevillano se descarta una recaída en la enfermedad depresiva que ya le obligó, hace años (en 2004), a tomarse un descanso alejado de los ruedos.Curiosamente, las dos retiradas han tenido lugar después de encerrarse con seis toros en solitario en la Plaza de Las Ventas. La última de ellas fue el pasado 6 de junio, cuando estoqueó en solitario la Corrida de la Beneficencia, en la que firmó una faena antológica al último toro de la tarde.El último paseíllo del sevillano tuvo lugar el pasado sábado 9 de junio en Granada, cuando actuó junto a Ortega Cano y Manzanares en un festejo matinal, en el que salió a hombros. En lo que va de temporada, Morante de la Puebla ha actuado en un total de 16 corridas de toros, cortando 12 orejas. Varias de ellas han sido en plazas de primera categoría, como Madrid o Sevilla, donde protagonizó dos momentos históricos. En la Feria de Abril se fue a chiqueros a recibir a su segundo toro, al que cuajó una sensacional faena, plena de inspiración y duende, que le valió las dos orejas.En Madrid, en la Corrida de Beneficencia, resultó volteado por el quinto. Tras pasar a la enfermería y ser suturada una herida en la frente, el sevillano salió arrebatado a lidiar al sexto toro. A partir de ahí, Morante cuajó una faena genial, con duende, magisterio e inspiración, sólo al alcance de los elegidos.

Jose Tomas. La reaparición

Confieso que todavía estoy emocionado. Tardes así no se olvidan. Quedan grabadas a fuego en la memoria de uno. Es difícil contar y describir el torrente de emociones que se dieron cita a partir de las siete. Regresaba El Mesías del toreo. Así le esperaba y consideraba la gente. José Tomás estaba ya en la categoría de mito viviente, y como tal fue su recibimiento.Se vio a Barcelona rota desde el paseíllo. Corrían las lágrimas por las mejillas como aguaceros en primavera. José Tomás no hizo el paseíllo. Fue una procesión. Ovacionado a cada paso. Desde que se abrió la puerta de cuadrillas y allí apareció, tímido, compungido. La ovación fue atronadora. No se escuchaba la música, ni aún estando cerca de la banda. La plaza en pie y de ovación en ovación, como cuando portean a los Santos por Andalucía. A cada levantá, las palmas batiendo. A cada paso de José Tomás, un estruendo en la Monumental. La de la salida, la del momento en que llegó a la barrera, la que se metió en el callejón. Y la que le obligó a saludar. Jamás crujió tanto Barcelona. Hasta Portabella lo escuchaba desde su despacho.La tarde fue un canto al toreo y el suceso que necesitaba Barcelona. Un latido fuerte para un corazón palpitante bajo mínimos. Era el revulsivo que terminaba por necesitar el toreo. A una temporada maravillosa se une un toreo apasionante. Que vuelve en plenitud. Y Cayetano despeja dudas. ¿Qué más se puede pedir? Un aficionado lo resumió, con la plaza callada, mientras José Tomás toreaba: ¡Viva la Fiesta Nacional! Exclamó. Con un ¡Vivaaaaaaa! a coro respondió la plaza.El nombre de la tarde era José Tomás. Y al que tuviese alguna duda de que aquí estaba para competir, rápidamente pudo disiparlas. El quite que hizo al toro de Finito, por gaoneras, trayéndose al toro toreado y embarcado en el capote, vertical como una vela, dándole todas las ventajas… fue la respuesta. Y la primera ovación cerrada de la tarde. José Tomás no ha vuelto para pasearse.Afortunadamente, la corrida de Cuvillo se sumó al acontecimiento. Encierro bien hecho, rematado y serio por delante. A excepción del quinto, más anovillado. Corrida con grandes cosas dentro. Sólo uno deslució en parte el cuarto, y lo hizo por blando. Y entre el resto hubo de todo. Un toro de gran nobleza como el primero, uno encastado como el sexto, premiado con la vuelta al ruedo –más al conjunto de la tarde-; uno bravo como el tercero el de la tarde-; uno bronco pero con mucho motor como el segundo y uno mansito como el quinto. Gran corrida de toros para un día grande del toreo.Vayamos a José Tomás. Plenitud. No hay mejor palabra para definir el estado de su vuelta a los ruedos. Recuerda más este Tomás al de la primera etapa. Abriendo el compás sin perder la verticalidad que siempre ha presidido su toreo, José Tomás buscó toda la tarde ligar las series, poder a los toros y romperlos por bajo. El toreo que más llega. El más puro, el más clásico. El más verdadero.Se gustó lo que pudo de. Tras el quite por gaoneras al primero, llegó el saludo al segundo, templado y mecido. Y un quite por chicuelinas, siempre de frente, siempre dando el pecho y templando, sin moverse un palmo ni rectificar los cites. De infarto. Cuántos recuerdos agolpados en unos minutos. Las dos faenas fueron siempre a más. La primera la inició con toreo de mano baja y varias trincherillas y cambiados para salirse a los medios. Y allí le planteó toda la lidia. El toro protestó toda la faena con un molesto cabeceo, que fue acortando su recorrido y que terminó a menos. En la primera serie se le quedó debajo y levantó los pies del suelo al torero. Sin apenas mirarse, José Tomás volvió a la cara del toro, y ahí llegaron cuatro muletazos largos y templados, muy despacio. Si bueno fue el toreo en redondo, soberbio fue al natural. Al milímetro los embroques. Tres naturales espléndidos en los medios pusieron la plaza en pie. Despacio, de frente, dándole las ventajas al animal, llevándolo cosido a la tela. Hasta el final. Bajando la mano y rompiéndose en cada pase. Tres, fueron tres. Pero qué tres. Aquello fue el principio. Otra serie parsimoniosa, al ralentí. Y la tercera, impresionante. Qué forma de torear. Citando de largo, dándole ventaja al toro, y tocando en el momento preciso y precioso. Se prolongó mucho la faena y al toro le costó igualar. Escarbó mucho. No terminó de entregarse nunca. Peleó en todo momento. José Tomás apostó y ganó. Aunque la espada se fuese al sótano.La catarsis llegó con el quinto. Auténtica apoteosis con un toro mansito y bajo de raza. Toro soso con el que José Tomás se inventó una faena. Desde los estatuarios de inicio. En los medios. Sin rectificar un palmo llegaron tres de infarto. Al milímetro. Ligados con un molinete y el de pecho desataron el estruendo. La plaza en pie. Y así pasó casi toda la faena. Hubo tiempo entre las series, pausas y distancias para evitar que el toro terminase rajado. Al toro había que hacerle todo muy medido. Dándole tiempo y sitio. Era fundamental. Y lo hizo José Tomás. Le buscó las vueltas, le dio tiempo, enganchó al toro siempre adelante y lo aguantó estoico. Sin inmutarse ni rectificar. El torero está puesto. Y para el recuerdo quedan tres series al natural a cámara lenta, con ligazón y temple. Y las manoletinas finales, marca de la casa, sin rectificar un milímetro. Incluso cuando el toro se puso gazapón y se paró a un metro de distancia. Aunque la espada, al encuentro, cayó baja. Daba igual. Se pidieron las dos orejas insistentemente. Con todo, la mejor noticia es que José Tomás está puesto y volvió a ponerse en el sitio que marcó hace una década. Bienvenido sea de nuevo. Afortunados seamos todos.

Fuente: www.burladero.es y www.mundotoro.com

Morante se inspira, entusiasma y se rebela en una faena genial

Las obras de arte no pueden valorarse. No hay calificación posible. No vale un sí o un no. Ni un bien o un mal. El arte se siente o no, te arrebata o te deja indiferente. Te emociona o no. Pero la emoción, el arrebato, la entrega y la inspiración no pueden valorarse ni puntuarse. Tampoco premiarse con una o dos orejas.A Madrid se iba hoy en busca de emociones. Se encerraba, en un gesto que le honra, un artista tocado con la varita mágica. La de las musas que pueden a uno inspirarle y arrebatarle. Hubo que esperar hasta el quinto, un toro de Sorando que marcó la tarde. En los medios, concluida la faena, llegó una fuerte voltereta, provocada por el torero, confiado y en un toque a destiempo. Ese giro trágico cambió la corrida.Afortunadamente, ese toro, estrecho de sienes y muy bien hecho, empaló a Morante. No hubo herida. Una fuerte brecha y más la paliza, tremenda paliza, que el susto. Las asistencias llegaron raudas y lo trasladaron ensangrentado a la enfermería. De su frente manaban hilos de sangre. Se había cortado el ambiente con un escalofrío.Antes de eso a Morante se le iba la tarde. Aunque siempre tuvo el público a favor. No terminó de hacer el esfuerzo con el buen toro de Gavira que abrió plaza. El segundo de Sorando le hizo un extraño en el capote y dejó que lo reventasen en el caballo. Al tercero de Ana María Bohórquez nada pudo hacerle, pues fue el más soso y parado de la corrida. Con el noblote de Rosario Osborne no lo intentó. Y con ese quinto la faena se vino a menos muy rápido. Se iba la tarde y la gesta de Morante.Sin embargo, hasta ese momento, el sevillano había deleitado con el capote. Fue su fuerte toda la tarde. Con media docena de templadas verónicas recibió al primero. Y con tres y la media calentó la cosa en un quite mágico a ese toro. No lo vio con el segundo, que se quedó corto. A pies juntos lanceó al de Bohórquez, aunque el toro se volvió y no terminó de gustarse. Tampoco lo intentó con el cuarto, con el que echó el paso atrás. Pero sonó la flauta en el quinto, un toro que humilló hasta el final –arrastró el hocico por la cal de las rayas- y al que cuajó media docenas de verónicas de cartel. Con mimo, suavidad y magia. Abrochó con una larga de tintes clásicos y a ese toro, que se vino templado de salida, lo quitó por chicuelinas para deleitarse. Dos y una media magistrales. Para llorar de la emoción.Con la muleta la película fue otra. Parecieron desinflarse las faenas por momentos. Tan sólo con el primero de Gavira y el quinto de Sorando pareció querer Morante. A los otros tres los despachó en poco más de tres cuartos de hora. No terminó de redondear con el primero, con el que dejó buenos muletazos en redondo pero dio la impresión de no querer más. De reservarse. Tampoco había levantado la faena a ese quinto antes de la voltereta. Y eso que el inicio fue prometedor: muletazos por alto, un cambio despacioso, el de pecho y el remate por bajo. Todo con temple. Luego llegaron las dudas.Tras la voltereta, la incertidumbre corrió por los tendidos, mientras Alejandro Castro terminaba con el toro de una estocada a paso de banderillas. ¿Saldría o no Morante? El palco retrasó la salida del toro. Carreras y comentarios de delegados, cuadrillas, Roberto Espinosa y alguacilillos. Policía por todas partes. El Rey en el palco. Y la plaza en pie, a la espera. Diez minutos estuvimos sin noticias. Y la plaza comenzó a mosquearse. Pitos hubo. Y por megafonía anunciaron que Morante de la Puebla volverá a los ruedos’. Así, tal cual. Reaparición al canto. Se cubrió de gloria el del micro.Velaba armas José Antonio en la enfermería y esperaba en corrales Hatero. Un toro de Cuvillo de preciosa lámina, muy en Osborne. Morante y Cuvillo se entienden a la perfección. Y perfecta fue la embestida del toro: humillado, con recorrido, fijeza, prontitud y transmisión. Pareció picado de salida del temple que tuvo. Lo vio Morante y comenzó el delirio. Ocho verónicas hasta los medios con el aire más clásico de todas: la mano de salida ligeramente arriba, la de embroque en la bragueta, y el cuerpo hacia delante. Capricho para la vista. Para los sentidos. Para sentirlo y vivirlo. Antológico.El toro se vino arriba y Morante también. Y hubo un quite a la verónica, de tres y la media para exquisitos paladares. Y regalo por delantales. Lo mejor, la media con la que abrochó todo. Con los tendidos metidos en faena, cogió los palos. Dos pares de poder a poder, en los medios, de categoría. Dejándose venir al toro, el embroque en la cara, en una cuarta de terreno, y clavando arriba. Y el tercero, al quiebro y por los adentros, en un palmo. Hasta en eso fue clásico Morante. Estallaron entonces las lágrimas. Y volaron los sombreros. Varios lustros hacía de ello en Madrid.Luego llegó una faena arrebatada. Pura inspiración. Ora al hilo, ora al pitón contrario. Ora enganchado, ora hasta el final del muletazo. Ora sentida, ora desmayada. El artista estaba en pleno proceso creativo. Si no fueron completas las tandas, hasta los huesos calaron los remates: cambios de mano, trincheras, kikirikíes, ayudados por alto y bajo, recortes finales… todo un catálogo para paladear.Se vació Morante como nunca lo había hecho en Madrid. Bien a pies juntos, bien con el compás abierto y despatarrado. Bien por bajo, bien a media altura. Consiguió Morante levantar su tarde. Como sólo los genios pueden hacerlo. Mató horrorosamente mal. Pero ahí quedó una obra genial. Ovación de gala para el toro y oreja para el torero. Uno se queda con las sensaciones. Valen mucho más que los despojos. Y no se olvidan.

Las puertas grandes de San Isidro

PEPE MORAL

El toreo al natural templado, sentido, inspirado, hondo, ligado y de mano baja abrió de par en par la Puerta Grande del toreo a Pepe Moral. Toreo primoroso, muletazos de ensueño, obras de arte en las series macizas desde los vuelos de la tela hasta el remate final; desde el embarque hasta el remate más allá de la cadera. Abierto el compás. Cargada la suerte. Toreo de ensueño que le valió a Moral para conseguir su sueño.Uno supone que el sevillano soñó algún día con alcanzar la gloria. Fue un sueño todo lo que ocurrió. Tanto para el torero como para el público, que presenció dos obras de arte valiosas. Oro de muchos kilates. Toreo de mucho temple. Duende y sentimiento en las manos de un artista que no sólo posee temple. También valor, mucho valor.




MATIAS TEJELA
A Matías Tejela lo dieron por muerto en Sevilla. Dos o tres tandas de naturales de mano baja y mucha profundidad no terminaron de valer como justificación. Cierto es que se le habían visto cosas mucho mejores, casi increíbles, en ese mismo ruedo. Pero no todos los días se roza la perfección.Hoy ha salido a hombros de Madrid. Ancha Puerta Grande si se quiere. Pero que nadie olvide que una y una son dos orejas, y eso equivale a la salida a hombros. Si no se quiere así, que se cambie el reglamento y se exijan dos en uno mismo. Claro, que a uno no le hubiese importado que le dieran la segunda en su primero. Lo cierto es que en ambos toros la plaza entera –bueno, menos un tendido- pidió las orejas, y Trini, que hoy se salva de toda culpa, las concedió.Podrá discutirse la Puerta Grande, más no las sensaciones taurinas que deja Tejela. Torero ‘recuperado’ aunque nunca se fue. Torero maduro, hecho, cuajado, que ha tenido que evolucionar sobre la marcha. Se le exigió como figura desde la alternativa. Y eso fue hace tan sólo cuatro años. Sea como fuere, Matías consiguió lo más importante: disipar dudas y engancharse al carro de una temporada en la que todos arrean como leones.


SEBASTIAN CASTELLA

Castella la faena de las 2 orejas la inició por estatuarios a los que la plaza no hizo ni caso. Pero cuando lo rompió por bajo con trincherazos y uno de pecho cumbre, todo salió rodado. El toro pidió más y Castella lo reventó en tres series macizas, profundas, ligadas, dando el pecho y la muleta por delante, con todas las ventajas al toro.Lo enganchó, lo ligó y lo desplazó hasta el final. Toreando al natural hubo un cambio de mano soberbio, para guardar. Momentos en que la plaza estalla sin parar. Llegó después el toreo en corto, casi encima, colgado del pitón. Corto el cite pero largo el trazo. Toreo macizo, sin fisura alguna. Y siempre por debajo de la pala del pitón. Donde pedía el toro. El cierre por bajo, de cartel; y la estocada con la que lo fulminó pusieron en sus manos las dos orejas, que César Gómez, otras veces reticente, no pudo más que conceder.


EL JULI

El Juli por fin conquisto Madrid, todo llegó de sopetón cuando cogió la muleta y se llevó al toro al cinco. Allí soplaba menos el aire y el animal, flojito pero con calidad, comenzó a embestir como una máquina, atrapado bajo el embrujo de la muleta de Juli, que inició por alto y rápidamente comenzó a torear al natural. Sin más. Justo entonces, los reventadores se hicieron notar, a destiempo como casi siempre. Repertorio completo: desde el ‘miau’ al ‘muyyyy maaaal’ pasando por el ‘aprende Juli’.Arsenal a destajo cuando la faena no había terminado de definirse. Porque Julián enceló al toro en las primeras series sin obligarle, dándole confianza. Enseñándole a embestir se llama eso. Después, llegó el recital. Dos tandas con la diestra dejando siempre la muleta puesta en la cara para forzar la ligazón. Las tres al natural, con la planta y la figura encajada, sublimes. Para paladares exquisitos. Series de muletazos muy largos, profundos, sentidos, lentos, medidos.Cuando al toro le costaba repetir, Julián lo ayudaba con un suave toque. Cuando se arrancaba a todo trapo, lo frenaba con el acariciar de su muleta. Cuando el animal dudaba, Juli buscaba el pitón contrario, casi pasándolo, para volver a embarcarlo. Lección de Maestro de la tauromaquia. Sin más. Los cambios de mano ligados con trincherazos o remates diversos, instantáneas imborrables. Y el estoconazo final, perfecto. Sin puntilla. Por arriba. Por derecho.

López Chaves, esperando a Madrid


Talavante, Puerta del Príncipe y genial faena de Morante en Sevilla.

Esta corrida tubo un apartado fundamental dedicado a Morante. No le gustó el segundo y lo mató pronto. El toro no valía nada. La gente le abroncó con saña. Cuando quiso entrar en quites en el cuarto se reprodujo la bronca. Se supone que sería de malos aficionados. Morante estaba en su turno y toreó bien con el capote.
A la salida del quinto se fue a portagayola. Lo nunca visto. Un artista recibiendo un toro en la puerta de toriles. Fue una larga apurada que tuvo continuidad en unos lances preciosos. El toro pregonó su bondad en banderillas y la plaza estaba contagiada de la magia especial de este tipo de toreros.Fue una faena de trazos geniales. Al principio, sobre la derecha en tandas profundas rematadas con los de pecho. Le dio tiempo al toro, que poco a poco iba perdiendo vida. Los naturales fueron monumentos a la gracia, pero los remates llenaron la plaza del sabor eterno del toreo sevillano. Faena de pausas y de chispazos. El público estaba entregado. La espada cayó muy baja. Con ese espadazo no se pueden cortar dos orejas en Sevilla. Si se baja este listón, el prestigio del coso se derrumba con estrépito. ¿Morante? Genial. ¿Dos orejas? No, con una hubiera bastado.














Talavante le debe la Puerta del Príncipe a Morante. Si el palco no le da las dos orejas al sevillano, nunca se las hubiera concedido al de Badajoz. En su primer toro, Talavante cortó una oreja por una faena realizada en el centro a un buen toro sobrero. La faena fue templada, ligada y con fases de mucho aguante. Lo mató de forma imperfecta y la oreja llegó cogida con alfileres. Talavante tiene el santo de cara en la Maestranza.Tras el clamor de la faena de Morante y su doble trofeo, el sexto fue otro toro de bondad suprema sin codicia ni fuelle. Para los toreros deben ser toros maravillosos, pero deben exigirse reses con más empuje. Talavante mimó a astado en varas, no se le hicieron quites y planteó una faena en el centro sobre la derecha. Las primeras tandas fueron lineales y despegadas. La faena tomó vuelo cuando el toro embestía ya casi al paso y Talavante lo templó en muletazos largos sobre la izquierda. El ritmo de cada pase, perfectamente acoplado a la bondad del animal, la capacidad para aguantar algunos parones y retomar el muletazo, junto al sitio en el se colocó el torero fueron la base de una faena con algunos pases de muy bella factura. Mató mejor de lo que acostumbra de una estocada levemente desprendida y al presidente no le quedó más remedio que sacar otra vez los dos pañuelos. Con uno hubiera bastado, pero antes se había excedido y ahora no podía hacer otra cosa. Algunos dicen que esto es bueno para la Fiesta. No es seguro. Para la Maestranza es malo. Lo ha visto mucha gente y el coso pierde aún más categoría. Lamentable